Espera ansiosa
La noche, acariciada por rumores de palmeras, dio paso a los bostezos del alba que disiparon las penumbras de mi alma.
Con la claridad del día, los ojos se me llenan de azules y te imagino en todo tu esplendor, estallando en flores. Agazapados entre las caracolas que duermen sobre el musgo, yacen mis recientes lamentos.
He pasado otra oscura jornada escuchando los rugidos ansiosos de mi pecho, mientras busco, sin éxito, la huella de tu cuerpo en la arena.
El silencio se me enreda en las palabras que pugnan por salir de mi boca. Es mejor-concluyo- no decir nada.
Estoy aquí desde el ocaso. Vi como el sol tiñó de sangre el horizonte y se fue disipando entre algodones grises. El sonido de las olas me hacía compañía mientras una hoguera iluminaba las canciones que para ti brotaban de mi vieja guitarra. La aurora me sorprendió con su explosión de colores y de pájaros.
Así, en espera ansiosa, muere un día y nace otro, entre auroras y ocasos somnolientos, mientras se hospeda en el pecho la esperanza de verte aparecer, allá, en lontananza, vestida de sal, entre olas y peces, entre barcas y espuma.
Alberto Vásquez.
|