Con mochila de palabras a su espalda
Tocando el redoblante mental
Se mandó a pesar de la rigidez de su cuerpo
A caminar

En busca de encuentros al pasar
De manos que tomar
Queriendo subirse a cada árbol
En espiral
Absorbiendo la luz de cada lugar

Y cada vez la mochila le pesaba más
Un carrito armado con alambres e hilo de pescador
No remediaba la cantidad de palabras que iba sumando
Englutando en su mochila
Que ahora eran veinte mochilas
O quizás más

Contenía 20 palabras que expresaban el olor a panadería a las cinco de la mañana
Unas 50 que se embelecìan al poder describir de muchas maneras distintas la cucharita en los días de lluvia
Entre sinónimos de juegos, de amores, de pastafrolas y miedos
Conectores usados solamente en lunfardos remotísimos de antiguos pueblos de las nubes
Popurrí de leyendas y viejos dichos, distintas maneras de llamar
“Eh bo! Vení acá!”
“Sabe venirse por estos lares”

La mochila ya no era mochila, sino más bien cuerpo
Había crecido tanto que almacenaba ahora también el cuerpecito endeble que sabía cargarla,
Y la hizo su hogar, entre todas las palabras un rinconcito para sobrevivir
Un espacio pequeño para degustar y saborear las oraciones que se iban formando
Un párrafo-esqueleto que tomaba control de sus articulaciones
Y en los ojos
las poesías que supieron amarse en rimas

Cuando quiso volver a pensarlo ya no andaba más por su cuenta
Cuando los tambores volvieron a sonar, la estaban cargando a cuestas
Y todas las manos acariciadas, los árboles conquistados eran obsequiadas uno por uno
En estrofas de canciones cantadas
En pequeños versos de historias contadas
de boca a boca, de hoja a hoja
en cada pintura y en cada fotografía
de aquel solnaciente cuerpo,
ese que ahora la cargaba con fuerzas en su espalda
encontrando en su camino cualquier manera de descargar
de transmitir
de quitar una por una las pesadas palabras de su Cuerpo-Mochila
y liberar así la información, darle un espacio para caminar
para crecer alta en las copas de los árboles
y que sean pronunciadas por cada oído y boca
por cada alma inquieta de andar
por cada cuerpo que le cueste articular
por cada mano que busque enredarse con otra más
y otra más
y otra más
hasta vaciar cada vez más su mochila,
pero siempre llenando la de los demás.