POEMA X.
(Las voces en silencio).
Eras tu mi amigo sabio,
que todas las mañanas esperando,
dabas tu saludo lento y agrio,
eran lentos, tus movimientos y pasos,
y tus manos temblorosas,
con el cigarrillo llevándolo a tus labios,
como todo un viejo soldado,
me alentabas con solo mirar tus ojos,
tu frágil cuerpo, encorvado,
me decía tu historia de caballero hidalgo,
una mañana oscura del camino,
no te encontré,
no te mire,
no tu voz, escuche,
y mis ojos al cielo a dios implore,
que estuvieras bien, que estuvieras bien,
amigo sabio, mi amigo sabio,
el domingo por los labios niños me entere,
que tu ese día que no te mire, partiste con él,
que el fuego te dio el descanso,
y que reposas en el macetero aquel,
donde muchas tardes, contigo platique,
y voy a verte, para saber que estés bien.
Rey Cimba. ©
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