¡NO SUFRAS, AMADA!
Si muero, amada, quiero que ores,
sobre el ataúd no pongas rosas,
tampoco ramilletes de flores,
mojas mis labios mudos, con tus lágrimas cuando llores.
Sabes bien, la pomposidad nunca fue de mi agrado,
fui un crítico acérrimo de exequias suntuosas,
de ritos fúnebres, religiosidad, de cantos sagrados,
mientras más sencillos, gozoso y regocijado estaré en la fosa.
Aprendí, amada, que la muerte es ganancia,
la vanidad, el oro, todo pasa,
al morir dejamos aquí, todas las cosas,
a los muertos debe agradar su nueva estancia.
Cuando nacemos se festeja en abundancia,
al morir la tristeza nos arropa ¡Que falacia!
el tiempo se encarga de subsanar, penas y heridas,
¡No sufras! Amada, mi alma puede estar ¡En una mejor vida!
JOSE NICANOR DE LA ROSA.
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