La mesa vacía
conoce el vuelo
de la mosca de 10 de la mañana.

El silencio que rodea
al reloj apagado
guiña el ojo a la sombra
posada sobre ese florero sin flores
que estático multiplica los días.

Oh! cuadro de la pared
cuantos estentores
hacen parte de tu motivo,
vives prendido
esperándo o no un amirada.

Mosaico hecho con mis manos
quieto, escondido de las miradas humanas
todas las noches te miras con los ojos
de rostros petrificados en paredes olvidadas.

Oh! libros con diálogos infinitos
ahí, están con silencio en palabras
con los años apretados en sus páginas,
ahí están listos para estas manos
activen dispositivos de viajes
donde los coleres de las calles, de la gente, de las ciudades, de las tardes...
son morada de sueños antiguos, nuevos.