“o propietario do veículo”
En septiembre, coincidiendo con el comienzo del curso escolar, nos mudamos de Londres a Bruselas. Una compañia de mudanzas que utilizábamos la colonia española se encargó de todo lo relacionado con el traslado de los muebles de la casa de Londres al piso de Bruselas.
Decidimos festejarlo pasando unos días de agosto con nuestros hijos en el Algarve y alquilamos allí un coche con la condición de devolverlo en Vigo.
Como casi todo lo que yo hacía estaba todo bien pensado y proyectado; bueno, al menos pensado y proyectado..
Con nosotros llevabamos lo que mi mujer consideró mas imprescindible para el cambio. Entre otras cosas, parte de sus joyas.
Alquilamos un apartamento en la playa y cuando decidimos volver a Vigo_ primera etapa obligatoria para un buen marido, como yo, pues allí vivían mis suegros_, coincidió con día de un calor sofocante, y el aire acondicionado de aquel coche_ que era la ventana abierta_, no convencía ni a mi mujer ni a mis hijos .
Decidimos, pues , pasar las tórridas horas centrales del día en un parque acuático que encontramos en el camino y viajar al atardecer, por la fresca, hasta nuestro destino.
! Que bien iba todo ! ! Aplausos de mis hijos !.
Encontramos un lugar idóneo para aparcar, pues solo nos separaba del recinto acuático un seto no muy alto; así podríamos vigilar el coche cómodamente desde nuestra hamaca con una cerveza en la mano.

La verdad es que el coche me importaba un comino; el contenido del coche es lo que yo quería velar.
Un aparca coches escuchó de forma muy educada las razones por las que me interesaba aparcar allí, pero nos indicó que allí no podíamos quedar pero que el coche iba a quedar mejor vigilado por su compañero dejándolo justo al lado de la taquilla .
Me pareció razonable. Aparcamos al lado de la taquilla y le dí una propina y relajaditos a la piscinas.
Nos fuimos con nuestras toallas portuguesas aún sin estrenar, en traje de baño para dentro del enorme recinto que estaba abarrotado de bañistas. Llevamos los escudos que nos quedaban para comer y tomar algo en los chiringuitos.
Al cabo de un tiempo por los altavoces repetían un mensaje cansino:
.- O propietario do veiculo…….. prégase pase por informacao.
.- O propietario do veiculo…….. prégase pase por informacao.
O propietario do veiculo…….. prégase pase por informacao.
Cuando el mensaje se llevaba repitiendo mas de una hora, mi mujer_ observaréis que siempre sale en salvación de la familia_ me dice que mire en el llavero el numero de la matrícula de nuestro coche.
Efectivamente lo que estáis pensando ocurrió. “ O vehiculo” que hicieron famoso en todo el recinto los altavoces era el nuestro.
Cuando llegamos, ya estaba la policia rodeando a nuestro “ veiculo “. Cristal roto y coche vacío.
Se llevaron lo nuestro y nos dejaron lo ajeno.
La policía portuguesa nos trató de maravilla, pero estuvimos mas de cuatro horas con los trámites de la denuncia y la expedición de un salvoconducto para seguir viaje. Tuvimos que identificar al aparca coches que naturalmente se declaró inocente y no me devolvió la propina .
Se hizo tarde por lo que tuvimos que seguir viaje hasta Lisboa con los cristales rotos, donde cambiaríamos el coche al día siguiente para seguir hasta España
Y….
A las doce de una calurosa noche de verano, una familia española entraba en el Hall del Hotel; en traje de baño; con unas toallas en la mano; con sus hijos de trece y diez años muertos de vergüenza con la cabeza tan baja que parecía que iban barriendo el suelo del amplio hall del hotel lisboeta-
Y ahí termina la historia y solo puedo añadir que nuestra hija, entonces de solo diez años, repetía:

.- Papá, ¿para qué querrían los ladrones mi libreta y lápices de colorear ?.