En un paraje muy lejano un cuenco se encontró perdido fue esta la razón de aquel gitano que lloraba de rabia todo el día.
Su madre que lo amaba como a nadie descubrió su tristeza y su agonía, ella sabía de ese cuenco blanco que su padre le regalara un día, el mismo día que se fue muy lejos pero muy cerca de las estrellas.
Salió entonces su madre en busca del aquel tesoro perdido, quería que su hijo no sufriera la pena de perder un bien tan querido. Lo busco por el monte junto al río, por el verde trinar de tantos vuelos, fue en su busca sin mitigar su angustia, fue decidida, fue con fe a recoger ese preciado legado que su esposo le dejara al niño cuando fatalmente fue llamado.
Lo encontró brillando en el camino con su punta virada así al cielo se dio cuenta que su hijo amado, con ese cuenco buscaba su pasado, ese que perdió siendo niño, ese que extraña siendo hombre. Al llegar a la casa vio su figura acurrucada, en esa hamaca donde reposara su padre amado, allí mismo le entrego su tesoro, el hombre lloro como un niño.

MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI