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Inicio / Cuenteros Locales / antoniana / “MI ESPACIO EN UN TOALLERO” (Relato ganador Día de la Mujer certamen Pilar Paz Pasamar, Jerez 2004.

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“MI ESPACIO EN UN TOALLERO”

Al leer la propuesta del tema a tratar en esta convocatoria, lo primero que hice fue coger el diccionario y buscar las definiciones.

-Espacio. El que más me llamo la atención de tantas es: Extensión del universo donde están contenidos todos los objetos sensibles que coexisten. Me alegré con ella. Yo soy un objeto sensible y coexisto...

-Habitar: Vivir, ocupar habitualmente un lugar o casa........ Con esta no tanto.

Sobre estas definiciones trataré de encontrar donde habita mi espacio. Por más vueltas que le doy creo que me falta. No parte de él, casi todo.

Creo habitar en el mínimo espacio. No porque la vivienda no reúna los metros adecuados, que los tiene, 100 o más es suficiente para una familia de 4 miembros

Pondré algún ejemplo:
El armario del cuarto de baño, es lo bastante grande para guardar todos los útiles de aseo de la familia. En el estante superior están las toallas, junto con unas bolsas de aseo que solo tienen aplicación cuando viajamos. En el de en medio, las cosas de mi niño- de 23- que tiene de todo, desde la crema hidratante, hasta la lima de uñas, de los pies. Este estante está compartido con su padre, no es tan moderno como el hijo y además tiene barba, no hay muchos conflictos entre los dos, al no haber confusión de cuchillas de afeitar y no apropiarse del after shave. El inferior soporta las cosas de mi niña,- de 20- lo que hay es mejor no enumerarlo. Contiene tantos objetos, que desistí de arreglarlo cuando cumplió los 16, ahí no se tira nada, mascarillas caducadas, pinzas del pelo si púas, sobrecitos de champú de propaganda, no los colecciona simplemente los almacena. Lastima de armario tan bonito, con la ilusión que lo compre, por lo bien que nos cogía todo. Si, todo. Todo lo de los demás menos lo mío. Lo mío está en una bolsita enganchada en el toallero. Es el lugar menos adecuado, pero el único que no molesta. Esa toalla no la usa nadie, no por estar de adorno. Al parecer no se quieren contagiar ninguno, con los inexistentes virus que habitan en sus limpias manos. Me he planteado en mas de una ocasión el comprar uno más grande, pero enseguida desecho la idea. A más espacio, menos me toca. Es cierto lo que digo, no es broma. Lo comprobé con la cama matrimonial.
Veréis esa es otra historia.

Como todo el mundo cuando me casé, tenia una cama igual a la de todos, de 1´35, no tenia problemas, no se si era por estar los dos mas delgados, o porque en esa época cuanto mas juntos mejor, lo cierto es que con el paso del tiempo la cama encogió. Lo juro. No ocupo en la cama más de 35 a 40 cm, el resto no es mío, no me puedo mover, del lado que me acueste de ese me quedo. Viendo que se ponían de moda las camas de 2X2m pensé, este es el momento. Con dulce voz dije las ventajas que podía tener una de ese tamaño a mi marido, con la idea de poder recuperar algunos centímetros. La compramos. Sigo ocupando el mismo espacio.

En el resto de la casa pasa igual no hay habitación que no contenga detalles personales en demasía, tantos como quieran dejar cada cual, eso si los míos están en un armario repisa detrás de una puerta. Me veo y deseo para mantener ese mínimo espacio.

Descubrí la ventaja de tener libros. En este santo lugar donde habitan los libros no se acerca nadie. Cualquier día tendré que ampliar la puerta, con la anchura que tiene la repisa, no me caben ya los libros. Lo más simpático es cuando me dice mi cónyuge.- Niña, no sé para que tanto libro, se podría aprovechar la repisa en el balcón, quiero poner unas macetas con geranios. Que yo sepa los geranios no corren peligro de extinción para tener que abandonar mis libros en un trastero comunitario. Es un agujero negro, lo que entra no sale.


¡¡Señoras!!, tengo que anunciar que tengo mi espacio. Si, ese mismo que todas piensan. Si, justo ese. La cocina. Ahí me consideran reina y señora, no entran por no molestar. Y yo me siento cenicienta con lava-vajillas.

¡¡Tengo una alegría!! Mi alma no ocupa espacio, si no la tendría en la cocina o detrás de una puerta.

Mi alma es libre. Por más que la intentan sitiar no pueden, parte de ella esta en esos libros que intentan meter en un zulo. Con ellos me siento libre. Libre esas mañanas frescas de verano leyendo a Alberti. El mar entra en mi cocina, todo lo inunda, todo lo hace alegre y llevadero, ¿Que seria de mí sin ellos? ¿Volver a las pastillas?. Si, esas pastillas rosita que me recetaron, me dejaron ojos sin expresión en una cara de cartón. Y todo me parecía bien. Todo me parecía tan bien, que hasta creía, que mi espacio estaba colgado de un toallero.

8 Marzo 2004. Málaga.

Texto agregado el 09-03-2014, y leído por 297 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
29-05-2020 La ironía de este texto es impagable, Lo disfruté mucccchisimo yvette27
29-10-2014 Que genial. Me encantan estos relatos tengo algunos asi eslavida
17-03-2014 Está muy bueno el cuento. Me divertí mucho con tu manera de ver las cosas con sentido del humor. vaya_vaya_las_palabras
17-03-2014 Fuí afortunada al estar presente cuando recibiste ese premio. Felicidades de nuevo. 5* restorach
11-03-2014 Solo alguien del Sur tiene la inteligencia, pero sobre todo la fina ironía para escribir algo así en un día así. Yo estoy aplaudiendote en primera fila.+++++ crazymouse
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