Arturo
-¡Qué daría para que fuera mío! –Decía mi hermana bajo la luz de la luna-. ¡Qué daría por se suya…!
Esa era la típica forma de hablar de una adolescente enamorada, ¿el chico? Un adolescente de su clase llamado Arturo, ¿el problema? Eran totalmente diferentes. El era blanco, alto y con nariz griega; ella, en cambio, era morena, baja y con nariz chata. ¿Por qué se fijaría en una chica como ella? Muchas veces le dije que invitara a Arturo a salir, ya que así es como se hace ahora; pero siempre me decía que no, que ella quería conservar el antiguo sistema y, por ende, ser tradicional. Ocasionalmente se encontraban en el pasillo y se sonreían mutuamente, pero no pasaban de ahí.
Un día lunes, si mi memoria no me falla, mi hermana llegó corriendo y saltando como una loca a casa.
-¡Arturo me invitó a salir! –gritaba.
-¿Cuándo saldrán? –preguntó mi madre.
-Hoy, a las 5:00 PM.
-Será dentro de poco entonces.
-¡Lo se! Debo arreglarme rápido.
A las 5:00 PM tocaron a la puerta. Mi padre se levantó y abrió. Era Arturo. Venía vestido de manera muy formal.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes.
-¿Está su hija?
-Si, espera. ¡Hija!
-Ya bajo.
Unos minutos después bajó mi hermana con un lindo vestido rosado.
-Aquí estoy.
-Luces muy linda.
-Gracias.
-Y la quiero de vuelta a las 7:00 PM.
-¡Papá!
-¿Quedó claro?
-Si señor.
A las 7:30 PM regresaron. Se le podía ver a Arturo lápiz labial en su frente y mejillas.
-Me divertí mucho –dijo mi hermana.
-Igual yo. ¿Misma hora mañana?
-Si.
Y así comenzaron. A la semana siguiente ya eran novios. Un mes después mi hermana le hizo una confesión a Arturo.
-No te vayas a asustar pero… estoy embarazada.
-¿De verdad?
-Si. ¿Estás molesto?
-¿Molesto? ¡Voy a ser papá!
Arturo tomó la mano de mi hermana y la apretó. Seguidamente las colocó en su vientre.
-Prometo estar contigo pase lo que pase.
-¿De verdad?
-Si. Ambos se besaron.
Dos meses después de esto, mientras mi hermana caminaba por el pasillo, encontró a Arturo besándose con Nancy.
-¡Arturo, que estás haciendo!
-Me estoy besando con Nancy.
-¡Pero somos novios!
-Ya no, terminamos.
-¿Pero y nuestro bebé?
-Ya cállate –dijo Nancy mientras empujaba a mi hermana contra los casilleros.
-¡No puedes hacerme esto Arturo!
-Obsérvame.
Arturo y Nancy caminaron por el pasillo hasta perderse de vista. Mi hermana bajó la cabeza y comenzó a llorar.
Al llegar a casa subió llorando las escaleras y se encerró en su cuarto. Cerca de las 3:00 PM mi madre y yo subimos. Mi mamá tocó la puerta y la abrió.
-Todo saldrá bien hija.
-Mamá sal de mi cuarto.
-Todo saldrá bien…
-¡Que te vayas! Mi hermana lanzó una almohada que casi golpea a mi mamá.
-Bueno ya, no te enojes. Mi madre salió y entré yo.
-¿Qué te pasa hermana?
Me relató todo lo sucedido.
-¡Ojala alguien… -agregó al final-, ojala alguien le diera una lección a ese Arturo!
En ese momento algo dentro de mí sintió que esas palabras eran ordenes, y que yo era la persona que debía cumplirlas.
Al día siguiente comencé a buscar a Arturo. Lo encontré en la parte trasera de los baños con Nancy, amontonándose. Me acerqué y le toqué el hombro.
-¿Qué quieres?
-¿Eres Arturo?
-Si.
-Aquí tengo algo para ti. Le di un golpe en la cara. El contraatacó y me dio un puñetazo en el estómago. Como pude me mantuve en pie. El se abalanzó sobre mi con la intención de golpearme en el rostro, pero yo le di un puñetazo donde más duele. Cayó al piso. Entonces aproveché para agarrarle la cabeza y estrellarla contra la pared hasta que la sangre corrió a raudales. Me alejé un par de metros y di media vuelta para contemplar la escena. Vi a Nancy. De manera estupefacta ella veía a Arturo tendido en el suelo sobre un charco de sangre. Subió la cabeza y me vio de la misma forma. Yo, con aire indiferente, sacudí el polvo que llevaba y dije: Misión cumplida.
Cuando llegué a casa le conté a mi hermana todo lo ocurrido. Ella sonrió y me dijo: Eres el mejor hermano que una chica puede tener.
Fue sensacional. Me sentía todo un superhéroe. Por desgracia esa sensación no duró mucho. Nancy le contó al director todo lo que pasó y me expulsaron (un pequeño precio por hacer justicia). Mis padres, como no querían que perdiera el año, me pusieron en otra escuela y, como castigo, me quitaron el celular (otro pequeño precio por hacer justicia).
Después de 6 meses mi hermana dio a luz a su bebé. Lo llamó Arturo. Curiosamente murió 3 días después de nacer.
***
-Me siento mal por lo que te hice.
-No me sorprendes que lo sientas.
-¿Me perdonarías?
-Mmm… no lo se.
-¿Por favor?
-Está bien.
-¿Podríamos empezar de nuevo?
-No. Jugaste con mis sentimientos… ¿y quieres volver a comenzar? –dijo mi hermana llorando.
-¿Puedo besarte por última vez?
-Bien.
Arturo y mi hermana se besaron. Luego de cinco segundos separaron sus labios, dieron media vuelta y siguieron cada quien por su camino.
Arturo y mi hermana no volvieron a encontrarse nunca en su vida otra vez.
FIN
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