Todas las mañanas robaba uvas de los huertos ajenos para luego venderlas y comprar cigarrillos.
Un día al vendedor de uvas lo sorprendieron robando. A él no le importó, siguió robando.
El vendedor de uvas siguió robando uvas hasta que un día fue demandado. A sus clientes les dio apendicitis, producto de la tifoidea, por lo que le interpusieron una demanda múltiple.
El pobre vendedor de uvas tuvo que abandonar la región, debido a que no poseía dinero para costear los gastos que le vendrían de semejante demanda.
En tiempos rurales el robo de huertos era algo simple, pero actualmente con las peripecias e implicaciones legales que ello conllevaría, es mejor abstenerse.
Texto agregado el 08-03-2014, y leído por 74
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Lectores Opinan
08-03-2014
Lo malo que veo es el vicio del cigarrillo. elpinero
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