Gritaba como una loca, cada noche, mañana y tarde...
Ganaba bien, yo creo, la vecina, vendía amor pero, por que yo y todos estamos obligados a escucharla cada día?
El campanario de la iglesia , el predicador de la plaza, los bocinazos dispersos , el llanto de la criatura en la noche y mi vecina putona. Santiago es ruidoso y convivo con eso, el smog, la cordillera y los histéricos. Pero me gusta, café a medio día me distrae.
La vecina se mudó, llegó un peluquero con perrito.
A veces, cierro mis ojos, agradezco , medito, pienso, vuelo...
Santiago está vivo, pero es irreverente... |