En aquella época solo existían tres marcas de camiones en el país: Ford, Chevrolet y Dodge y nada más. A lo largo y ancho de las carreteras solo se veían esas marcas. En el centro del país, había dos o tres distribuidores de aquellas marcas. Eran los amos y señores del negocio. Con una venta mensual de un promedio de 50 a 100 camiones se podía entender que era un excelente negocio para ellos. Nadie más entraba a ese club exclusivo de distribuidores. Lo venían haciendo por más de treinta años.
En aquella fecha llegó al lugar un hombre de unos 40 años que gracias a los buenos oficios de un amigo, logró que estos distribuidores le dieran chamba. Uno de ellos le ofreció que vendiera llantas para camiones y le dio unas 20 para empezar, otro le ofreció el negocio de vender los seguros para los camiones que ofrecía. Así poco a poco fue creciendo. Pero siempre no pasaba de ser un pequeño comerciante al lado de esos tremendos distribuidores.
Sucedió que en una fecha arrivó a esa zona, el representante de unos camiones europeos que no usaban gasolina como los que había en el mercado sino petróleo. Ningún distribuidor le dio bola. Para que –decían- si nadie conoce esa marca. Al final ninguno de ellos acepto la oferta. Cuando estaba por marcharse, el pequeño distribuidor de llantas y venta de seguros se ofreció a tomar la concesión. Peor sería que se marchara con las manos vacías –arguyó y eso termino por convencer a dicho agente- Así que nuestro personaje apareció orgulloso vendiendo el camión europeo a razón de uno o dos cada tres meses. Los otros grandes distribuidores sonreían sorprendidos por su ingenuidad.
Pero la vida da giros extraños. Sucede que al poco tiempo, hubo un golpe de estado en el país y asumió la conducción del mismo una junta militar. Se declaro nacionalista y anti-imperialista. No pasó mucho tiempo y terminaron arrojando del país a las tres compañías de camiones americanas. Y como consecuencia se quedo el camión europeo como la única marca a ser vendida en todo el mercado nacional. Además el precio de la gasolina se disparó a las nubes mientras el del petróleo se mantuvo relativamente bajo. Demás esta decir que nuestro amigo paso a vender un promedio de 100 a 200 camiones mensuales y más. En poco tiempo se convirtió en un millonario de polendas. Sorpresas que da la vida ¿no es cierto?