LA HISTORIAS DEL CATALAN
Y LA CECA
Yo creo que me hice mas conocido por este hecho en mi empresa que por mi labor durante los veinte años que estuve en Londres. Seguro que les encantaría a los moderados intervinientes de la cadena de televisión de Intereconomía.
Esto ocurrió en los primeros años, casi recién inaugurada la oficina de Londres.
Un cliente vino con una reclamación sobre una cuenta que mantenía con la” CAJA DE PENSIONES PARA LA VEJEZ Y AHORROS” de Barcelona que con este corto y extraño nombre se llamaba la que hoy es LA CAIXA.
Llamé por teléfono,_ previa solicitud de conferencia pues aún no existía la marcación directa_, y me contestaron en catalán dando el larguísimo nombre de la Caja con un previo Digui Digui.
Me sorprendió que me hablaran en catalán y les contesté en inglés. En aquellos años los empleados de banca y cajas eran como nuestros presidentes de gobierno hoy día: no hablaban inglés.
El compañero que allí cogió el teléfono se puso muy nervioso y me pidió que esperara.
- Uan moment, Uan moment, decía el pobre con gran esfuerzo.
-
Se oyen voces buscando a alguien que hablara inglés y viene otro que tampoco lo hablaba, pero sabía un poco más que el anterior y dice:
- Please uan moment mai chiif caming.
-
Pasado otro rato se pone el jefe del departamento de extranjero, que sí hablaba ingles.
Le planteo la queja del cliente, que por supuesto no recuerdo, le doy los datos que él me pide y al final de la conversación me pregunta desde que banco le hablan. Le digo:
- Soy el representante de la CECA en Londres.
Se produce un silencio y me dice:
- Pero, ¿ esa no es nuestra oficina en Londres ?.
Se lo confirmo y:
-¿ por qué me hablas en ingles?
- Alguien me habló en una lengua que no conozco_ dije remarcando mi acento gallego_ y pensé que a lo mejor nos podíamos entender en inglés-
-
- !!! Cabrón !!!
Esta anécdota que hoy día supondría mi despido, en aquella época corrió como la pólvora y fue celebrada tanto en Madrid como en la propia Barcelona y en las demás cajas de España, pues eramos un mundo muy intercomunicado, en un momento que las Cajas salían por primera vez al Extranjero, representadas todas ellas por la Confederación española de Cajas de Ahorros
( CECA ) al no tener las Cajas autorización del Banco de España para salir individualmente en aquellos tiempos.
Y…
… para unirla con otra historia_ que afortunadamente no conoció Baltasar Garzón_ os cuento que cuando en el año 90 me fui a representar a mi empresa ante la Comunidad Europea en Bruselas, como buenos padres que éramos_ y somos, faltaría más_ nos preocupamos por buscar el mejor colegio para nuestros hijos.
La respuesta fue unánime: El Colegio Europeo de Uccle.
Escogimos el piso cerca del colegio para hacer bueno el dicho de que el mejor colegio es que está al lado de casa. El único problema era el precio, pues estaba pensado y subvencionado solo para los funcionarios de la Comunidad Europea. Mi mujer y yo decidimos que merecía la pena el sacrificio.
Me presenté al secretario del Colegio. Típico belga: amable pero feo y soso. Relleno los papeles de solicitud de plaza en la sección inglesa y hago uso de mis mejores sonrisas y halagos al bueno del funcionario.
Quince días después recibimos la carta esperada con la admisión de nuestros dos hijos en la sección solicitada.
Todos contentos. Mis hijos también.
Pasa un mes, dos, tres y no veo en mi cuenta ningún cargo del colegio. Dada la cantidad mensual que correspondía pagar, me preocupó que me viniera un cargo de tres meses multiplicado por dos.
Fui a hablar con el funcionario-secretario del colegio que me había atendido. De nuevo me recibió muy amable y sonriente.
- No, usted no tiene que pagar nada, pues la Comunidad paga a todos sus funcionarios.
- Pero yo no soy funcionario de la Comunidad Europea.
- Pero no es usted representante de la CECA?.
Para los despistados, la CECA es el órgano fundador de la Comunidad Europea. “Comunidad Europea del Carbón y el Acero”.
Pues bien, como todo esto ya está prescrito, puedo deciros que el secretario-funcionario decidió que ya estaba así en los papeles y no lo iba a rectificar. Añado, en su honor, que le compré una pluma estilográfica de oro que se negó a aceptar.
Y ahora supongo que comprendéis por qué cada vez que me habláis de los trajes de Camps, miro para otro lado y me pongo a silbar la Missa Brevis de Haydn.
Pido perdón a los que se escandalicen con esta historia, pero os digo, que no sé al Sr. Camps lo absolverá un Tribunal, pero a mí me ha dado la absolución mi hermano-padre jesuita
a cambio de la pluma de oro.
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