LA HISTORIA DE MI VIOLIN
Corría el año
. La verdad, que no me acuerdo. Hace tanto tiempo
Sé que había terminado la guerra civil española y se vivían años de escasez . Incluso para nosotros que éramos privilegiados en un internado de jesuitas a orilla de la desembocadura del río Miño. Hoy, el edificio de aquel colegio está más decrépito que yo. De hecho, ya no es ni colegio ni de los jesuitas; dicen que lo compró Karpin que tampoco es ya futbolista del Celta.
El paisaje que rodea al colegio es probablemente uno de los mas bellos que conozco, de España seguro . Solía visitarlo todos los años con mi mujer y, después, con mis hijos. A ellos les parecía que era entrañable al menos eso me decían y pedían visitarlo a menudo. A mí, me llenaba de orgullo que mi colegio también les gustara a ellos.
Mi mujer tampoco es ya mi mujer, pero la sigo llamando así estaba convencida que allí había fantasmas amables. De hecho, años después pasó allí un fin de semana con nuestros hijos , mis hermanos y los hijos de mis hermanos. Yo no pude estar entonces, pero estoy convencido de que les acompañé como fantasma amable. Allí un hermano mío les quiso gastar una broma a mis hijos y a los primos, disfrazándose de fantasma. Mi mujer se encerró en la habitación con los niños, pues, según contó luego, no le gustaba que los fantasmas se dirigieran a los niños ni a ella por muy amables que estos fueran.
Sí sé y de esto estoy seguro que estuve en el colegio tres años . Tenía diez , once y doce años y fui feliz ; la verdad, que he seguido siendo feliz con ciertos tropiezos, claro no sé si gracias al colegio o a mi genético optimismo ,que me hace tener una memoria selectiva y sólo recordar los momentos felices.
! Qué más da !
Empecé a ir a clases de violín en Orense ¡ caray !, que ahora tampoco se llama así con un profesor muy anciano que estoy seguro era mas joven de lo que hoy soy yo. Se llamaba Don Modesto. Era un hombre muy bondadoso y probablemente buen músico. Por tanto, él no tiene culpa de nada. Siempre me costó seguir un método, y en mi vida he improvisado mucho. Con el violín me pasó lo mismo. A mí no me gustaba aprender solfeo. Yo quería tocar y siempre tuve buen oído. Mi hermana, también tocaba el violín pero ella seguía un método y aprendía. Creo que nunca tuvo los problemas que a mí me acarreó el dichoso violín.
Mi violín era precioso. Recuerdo que ponía en su alma Antonius Stradivarius fecit , pero mi padre decía que no lo era. Era más pequeño que el de mi hermana también yo lo era, y lo sigo siendo . La madera era más bien rojiza y lo tenía siempre brillante. El arco lo ponía perdido con el polvo de la resina pero yo siempre lo limpiaba. Me gustaba demasiado como para dejarlo sucio.
Lamento decir que el violín tampoco lo tengo. Lo robaron en un sótano de mis padres donde lo guardaba.
De mi madre heredé el oído musical y de mi padre la afición a la música.
Como venía diciendo, tenía que estudiar la rutina del aprendizaje del violín como todo el mundo. Un rollo. Procuraba hacerlo, pero inevitablemente improvisaba y tocaba de oído todo lo que sabía. A mí me parecía que lo hacía bien. A cada momento tocaba el violín, a quien tuviese la amabilidad de escucharme. Estaba convencido de que para ellos era un placer. A mí, me sonaba muy bien. Vamos, que me gustaba . Sobre todo el vibrator con el que hacía llorar al violín y me regodeaba alargando ciertas notas, llevando el arco de un lado a otro, despacio, aunque no viniera en la partitura.
Supongo que me lo diría alguien, pues yo no tenía edad para tener tan buen concepto musical de mi mismo.
Un día, en el colegio, toqué el violín en la Misa del domingo no recuerdo si era un domingo especial . La pieza que interpretaba mejor era el Ave María de Schuber. Entonces era muy religioso ahora no lo soy y cuando tocaba, rezaba. Era mi manera de rezar. ! A mis once o doce años interpretando una pieza de Schubert, delante de todo el colegio !.
A los pocos días se publicó una especie de boletín que se hacía sobre la vida del colegio. Lo leí ansioso y efectivamente hablaba de mi actuación y recuerdo esto sí que lo recuerdo al pie de la letra que decía :
Juan Luis Romero interpretó en la Misa del domingo el Ave María de Schubert. Al final de la actuación hubo muchos aplausos y gritos de todo el colegio que decía : que lo repita, que lo repita ( hasta que lo aprenda ).
Aquel día dejé de tocar el violín para siempre.
A partir de entonces he tenido un sueño recurrente. Sueño que encuentro un violín que me pongo a tocarlo y ! que maravilla!, cómo suena y qué fácil es tocarlo !. Yo mismo me pasmo de lo bien que me sale y lo sencillo que es, pues sin ningún esfuerzo interpreto las piezas mas complicadas. A veces sueño que sueño encontrar un violín, pero pronto me convenzo de que no es sueño y vuelvo a tocarlo maravillosamente en mi nuevo sueño.
Hace poco coincidí, compartiendo reparto en una zarzuela, con un profesor de violín del Conservatorio de Música de Vigo, Leonardo se llama. Le conté mi historia y quise tentar a mi sueño.
- Deja que lo intente le dije para ver si así desaparece mi sueño
Después de tantos años al contacto con un violín me temblaba todo el cuerpo. Y, efectivamente, no fui capaz de hacer sonar una sola nota. Aunque presentía que iba a ocurrir, confieso que sentí cierta frustración.
Y el sueño desapareció.
Pero sólo durante unos años desde que ocurrió este hecho. Unos años después, estando en Zuhaizpe, una casa de reposo en Navarra, volví a tener el mismo sueño .
Recuperé mi sueño y no sé como decirlo sin parecer pretencioso, pero tengo para mí que lo toco mejor que antes .
Nota del autor
Paseando la semana pasada por la playa de Samil de Vigo encontré a unos jóvenes yugoslavos que vendían unos óleos preciosos. Entre ellos había uno que representa un violín. ! Igual al violín de mi sueño !
Ahora estoy como el niño que fui, con violín nuevo, colgado en el salón de mi piso y en el hall de mis sueños.
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