“Parece de gato”, sentenció la niña luego de tocar el pelo suave del abuelo. Extrañamente, desde entonces, la voz del hombre se asemeja a un maúllo y agrede con sus uñas a quien le molesta.
Ha sobrevivido a seis percances que pudieron ser mortales y sus hijos, previsores como nunca, ya compraron un par de metros cuadrados en el cementerio de la localidad.
Alberto Vásquez.
Texto agregado el 02-03-2014, y leído por 266
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