Era una bella chica, si que lo era. Cada vez que cruzaba la plazuela de la ciudad, paralizaba a los hombres jóvenes y viejos. No era ni buena ni mala, simplemente era. Lo que la vida le había permitido ser. Hacía sufrir a muchos que la deseaban en vano y se enamoro siempre de los hombres equivocados. Sin duda tuvo su tiempo breve de gloria: joven y bella como era, muchas veces abuso de ello. Ahora tiene dos hijos de dos hombres diferentes, hombres de los que se enamoro locamente y que la abandonaron. Yo mismo sufrí por ella y me costo olvidarla. Alguien me conto que siguió intentando ser feliz. Y otro auguraba que terminaría mal. En fin, una vida, una historia del vuelo de una bella ave que cruzo mi cielo y que deje de ver hace mucho. Pero cuando veo otra joven y bella mujer que paraliza el corazón de los que la miran. Entonces la recuerdo. Ella se parece tanto a la misma vida: bella e incierta.