Acostada, el agua habla en mi cuerpo
fui parte de un caracol
creo,
partes claras, otras oscuras
partes sanas, algo roto.
Quiero caminar sin detenerme
respiro por los brazos
el pelo se ablanda sobre mi frente
mis pechos se saltan
en viaje independiente
y yo los dejo.
Un gozo áspero de vez en cuando
tocando los pies el fondo de caracoles rotos
o helado liso más allá.
Voy, me dejo llevar
giro, me revuelco entera
en una gran ola sin romper.
Me aleja el vaivén que enmudece,
lo personal se tuerce, deshace
se moja y disuelve.
Soy un pequeño punto sin nada,
por un momento se pierden nombre y tiempo,
fangosos...
y se van hundiendo todas la mochilas
una a una, de la vida que creemos nuestra.
De pronto somos solo esos restos no visibles
que pisamos
se divisa una irreal línea elástica
y al llegar al punto más alejado del deseo
entre agua y cielo
cuando los ojos palpan el rebote
entre cúpula y suelo,
me arreglo la malla
y empiezo a volver a la costa.