Cuantos sentimientos nuevos concentrados en tan corto espacio de tiempo.
De repente la alegría de saber que estabas en camino, la primera vez que sentía esto, una criatura crecía dentro de mí y tenía tantas ganas de que sucediera. No fue difícil en 2 meses ya estabas creciendo en mi interior. Eras tan deseado y amado por todos.
Estuviste poco tiempo en mí, pero suficiente para amarte demasiado y para vivir ilusionada durante un mes. Empecé a mirar ropa y cositas que iba a necesitar para darte la bienvenida, algo me avisaba de que aún no debía comprar nada. Pero era inevitable fijarme en cositas de bebe.
Nunca se me llegó a pasar por la cabeza que todo terminara así. Pero sucedió.
La inmensa felicidad que me diste terminó pronto, a las 8 semanas te perdí.
De repente una mañana empecé a sangrar, la sangre se detuvo con mis lágrimas, pudieron más mis ojos, decidiste parar. En el hospital comprobaron que aún estabas ahí pero tenía riesgo. Estuve 3 días sin moverme de la cama luchando por ti. Pero no pudo ser, al cuarto día de nuevo ganó la sangre. Esta vez sí que te perdí. Que doloroso es pasar por esto. Es inexplicable lo que se puede sentir por tan solo unas semanas de embarazo.
En tan poco tiempo ya te había abrazado, te había hablado, te intentaba proteger… pero no sirvió de nada. Mi angelito decidió marchar.
Esa semana siguiente fue la más dura de mi vida, la más larga de mi existencia. La gente de mi alrededor no lo entiende, como se nota que no han pasado por esto. Si, de acuerdo que sería peor de 5 meses, pero no me van a discutir que no duele igual, supongo que se superará antes pero perder un hij@ duele siempre, porque yo ya sentía a mi hij@.
Decidí pasar por todo el proceso yo sola, sin necesidad de entrar a quirófano.
Me preparé para el dolor y la sangre. Quizá de tanto susto que me metieron en el hospital para mí no fue tan duro, lo sobrellevé bien.
Después de tres días de excesivo manchado, al cuarto día apareció, sin esperarlo, sin previo aviso, allí salió. Me quedé paralizada, no tenía claro qué hacer. Lo más normal y sensato creo que es lo que hice pero en ese momento me resultaba muy duro tener que echarlo al váter y perderlo así.
Fue muy duro ese momento, el resto del día lo pasé llorando de nuevo. Todo había terminado y tocaba volver a empezar.
Pero cómo empezar si me había quedado sin ganas. Sentía tristeza, temor a que se volviera a repetir, un vacío enorme.
El paso de los días va haciendo la pérdida más llevadera, pero aún me quedan días que llorar y horas que añorar.
Vuelvo a tener ganas e ilusión por intentarlo de nuevo, y espero que no me venga el miedo a volver a pasar por esto.
Por eso los ángeles no tienen sexo |