Febrero 2014. Los huecos, que deja tu piel en mis horas...
En mis noches vuelan ángeles, pasteles, elefantes, soledades... Al fin y al cabo no estás.
Dejar que el corazón, se deslice por las infinitas esquinas de la tarde, dejar que su latido, me golpee, llenándome de incertidumbre...
Las tardes son soledad, son nostalgia, si miro al poniente y cambian de color las nubes diciéndome adiós.
Es la espiral del vértigo, de las mariposas en el estómago y de las subidas de las endorfinas, después: Agárrate fuerte que llegan las olas, la sal y los huecos, que deja tu piel en mis horas...
En mi voz se hacen huecos, por besarte...la lluvia llega, moja mis suspiros.
Sólo llena la esperanza de tenerte alguna vez.
Después, lo único que me queda, es el recuerdo, y la palabra escrita.. y lo que duele es el adiós.
Porque mis oídos, están enamorados, y escucho con el corazón.
Tu voz me llena, me calma, a pesar de estar lejos...ese malestar de costumbre, hace que me sienta viva.
El latido llena de incertidumbre y de ilusión, el poder del corazón es inmenso, como es inmenso el poder de la amistad, de la bondad, del amor.
El amor, curioso que desde la máxima cercanía a la lejanía más distante solo es eso, distancia como la que hay entre centímetro y centímetro.
El amor es distancia, lejanía...estar cerca a veces, es estar lejos...y lo único seguro es el adiós.
Dejar que la razón se empañe del color tibio de la tarde, dejar que se embriague de recuerdos y de anhelos.
Esa nostalgia, también, hace sentirme viva.
Desde Tijuana BC, mi rincón existencial, lugar donde reconozco, los huecos, que deja tu piel en mis horas...
Andrea Guadalupe.
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