Solo un diluvio terminal,de oscuras profecías,podía verter tanta agua sobre la Tierra.Las formas del terreno,de lo que parecía un bosque, se desdibujaban.El inconfundible asfalto de una ruta brillaba bajo la lluvia,semejando el lecho de un río.De la nada propiciada por los elementos,salió una figura.Se reconocía en ella una mujer de largos cabellos oscuros,iba descalza y corría.Quizá hubiera perdido su calzado huyendo .Algo largo y blanco como un camisón o un vestido la cubría.Un cuerpo joven,poderoso y mojado podía verse con claridad bajo la prenda,destacándose la oscuridad del pubis y los pezones.Llegó a la ruta,a menos de doscientos metros los faros de un vehículo avanzaban.Le hizo señas con viveza.Los neumáticos lanzaron chorros de agua al detenerse,se abrió una puerta y la mujer ascendió sin demorarse.
El interior era cálido y seco.El conductor,un jóven de magnéticos ojos oscuros y cabello peinado hacia atrás.No hizo preguntas,solo afirmó:
-Espero que no te moleste la compañía,es mi trabajo.En cincuenta kilómetros llegamos a Carmen de Patagones-
Junto al asiento donde la jóven se había acomodado,un largo ataúd descansaba.La chica exhausta y sin mediar palabra se adormeció.Su cabeza se ladeó,reclinándose sobre el catafalco.
La despertaron unos ruidos que sonaban dentro de la caja,mientras el féretro se abría con morosidad.Miró al conductor que permanecía impasible.Sonrío con una breve línea de sus labios y en sus pupilas una luz azabache refulgió.
El jóven chofer de la empresa de FX,tecleó en la netbook que accionaba los animatronics,esperando los gritos de horror de la mujer.No fué eso lo que sucedió.
Unos dedos como garras,cada vez mas largos y de inmensas uñas oscuras se apoyaron sobre sus hombros,filosos colmillos se clavaron en su cuello haciendo brotar la sangre,sus gritos horadaron la tormenta y la noche.

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