Y si cerramos los ojos. Y el tiempo no existe más que como amalgama de presentes. Y el espacio es apenas la distancia entre tus labios y los míos -que se rozan- donde se posa ahora todo el universo que tú eres, el universo que yo soy y que nosotros, con los ojos cerrados, sostenemos en un abrazo -o nos sostiene-. Y lo mismo flotamos en una sola inmensidad que va expandiéndose. Y nuestros brazos se alargan -nos crecen como ramas- y se abren para abrazar a toda la humanidad -que llevamos dentro-. Y la abrazamos -no hace falta abrir los ojos para ver-. En un instante la abrazamos. Lo sentimos. Respiramos. Y sonrientes comprendemos la respuesta:
Nada hay por hacer que no esté hecho.
Todo está perfecto -es parte del plan-.
Sólo es un juego
en el que no hay nada que perder.

Somos universo.