He creado un nuevo yo.
En el inicio yo era yo sólo, y pensé que así estaba bien. Pero no era suficiente, porque a veces pensaba que algunas cosas tenian que ser hechas. Cosas que me aterrorizaba tanto hacer yo, que hasta me era imposible pedirle a otro que las hiciera por mi. Así que me inventé a otro yo que cargara con las nuevas responsabilidades que no estaba dispuesto a afrontar. Le inventé un nombre, una actitud, unas ideas. Le inventé una vida que hubiera querido tener para mi mismo. Algo como lo que nuestros padres hacen con nosotros tan a menudo, sólo que yo no tuve que esperar a que creciera para realizar mis sueños y aplacar mis inquietudes.
Al comienzo de mi creación, me divertía bastante. Las cosas que debian hacerse se hacian. Si salían bien, me alegraba por el objetivo cumplido. Si salian mal, no me preocupaba, porque en el fondo no era culpa mia, verdad? Y además, me pedia muy poco: solo me consumia tiempo de mi mismo. Pero era yo el que decidia cuanto y cuando.
Pero llegó un momento en que le sorprendia (me sorprendia?) haciendo cosas que me atribuia a mi mismo, cuando en realidad estaba claro que eran trabajo suyo. Eran cosas pequeñas...un comentario, una frase a destiempo, un movimiento de mi mano. No le presté la atención debida. Desde luego que no.
Y ocurrió lo inevitable. Un día escribió una historia sin mi consentimiento contando toda la verdad. La verdad de sus orígenes, inexistentes y reales a la vez.
He perdido el control, y ya no sé cual será su próximo paso. |