La vieja lámpara de kerosene alumbraba el jardín con su luz mortecina desde la ventana en aquella antigua casona. Todos reunidos bajo el viejo árbol de palto escuchábamos con atención las historias que Teodosio contaba. Éramos niños entonces y las historias de aparecidos y fantasmas eran nuestras favoritas. De aquello han pasado más de 40 años, ahora todos somos gente madura y no nos hemos vuelto a reunir desde entonces, los primos que coincidíamos en las vacaciones escolares en la casona de la tía Augusta. Muchas veces he tratado de contar historias tan seductoras como las que nos relataban en aquel entonces, pero me falta aquella enorme Luna, el viejo lamparín –la luz eléctrica actual no ayuda- y sobre todo me falta nuestro querido tío Teodosio.
Texto agregado el 16-02-2014, y leído por 205
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Lectores Opinan
17-02-2014
La magia de los cuenteros antiguos... también la he intentado reconstruir, pero creo que eso se va logrando con la edad. Mi padre lo logra con sus nietos. Lindo relato.+++++ PiaYacuna
16-02-2014
En ésas historias antiguas,siempre había alguien que les daba vida.Sin dicha persona la historia pierde su gracia.UN ABRAZO DESDE MEDELLÍN-COLOMBIA. gafer
16-02-2014
Un recuerdo teñido de nostalgia que nos llega hondo.***** MujerDiosa
16-02-2014
Y si usted se dignara a contar una historia de aparecidos, y por su talento y cariño apareciera el Tío Teodosio. Otra cosa sería y feliz el tío y quienes lo leemos. NeweN
16-02-2014
El pasado hace daño cuando uno se acuerda de las grandes personas que ya no están. Buen relato. jolumar1