Aquél amor secreto

Me sentí muerta, noches enteras de vagar sola con la luna como mi única compañía.
Caminaba sola, mi corazón trisado sobre las manos, ese corazón que atardeció una noche oscura.
Cada noche hablábamos, aquellas dulces notas musicales acerca de la vida.
Era un ser esplendido, aferrado a cada sol que trae el amanecer; aun así huidizo y ensimismado.

Mi Corazón ferviente esperaba con ansias el teclear de sus manos,
Noches en las que ese vehemente corazón en ascuas se encontraba;
Un objeto marchito, triste e inanimado condenado a la demencia.
No había palabras, no había miradas. Si tan sólo me diera una pista de su amor.

Si existiese una medida para poder calcular el amor como lo hacemos con granos de arroz ordinarios...

Te amo, llegaste a mi vida y me hiciste suspirar de nuevo, adornada de risitas tontas y absurdos “te quiero”.

Desenterraste el baúl donde atesoraba mi esperanza y sacudiste el polvo de las viejas heridas. Ese día que toqué tu mano, siento que caí rendida como aquél rey que pierde una batalla.

Amor mío descansa tranquilo, que éste corazón sólo pertenece al tuyo. Pronto miraremos las estrellas, cuando la timidez de esta mujer enamorada, no sea tan grande como lo que sueña.