En una tierra muy lejana (si se puede llamar tierra a eso), remontada en las alturas, vivía una familia, que no tenia apellidos ni nombres, no eran de buen parecer ni de mal parecer, no eran malos ni buenos, eran ellos y no sé si aun son.
Aunque no eran grandes pensadores vivían mas allá de las nubes, y el trabajo para ellos no era necesario, porque sus terrenos eran el sustento de sus cuerpos.
Desde la tierra se veían grandes huecos al mirar su ciudad, por lo que ellos se habían comido durante su existencia, pero un día se cumplió la profecía de un antiguo selenita, la cual decía: “llegaran de lejos y contaminaran todo, y el queso no servirá jamás, entonces será el momento oportuno para buscar otro hogar”.
Así mismo fue, desde entonces los habitantes de la tierra de queso no se vieron mas, se marcharon a otro mundo sin igual y dejaron el gigantesco queso que por mucho tiempo fue su hogar, contaminado desde que los humanos llegaron a su hábitat.