Es curioso, pero en estos últimos días he intentado conjurar todos los recuerdos de los momentos que pasamos juntos, pero por más que intento evocarlos no logro asirlos y la mayoría se manifiesta en mi mente como ondas en un estanque…
Recuerdo el día en que sin más llegaste a mi casa, así sin avisarme, había preparado lasaña y estaba esperando a que se enfriara para sacarla del horno; tu tocaste el timbre y yo abrí la puerta asombrado de verte ahí, traías en tu mano derecha una bolsa con ropa y temblabas mientras me decías hola, no dije nada, te abrace y te dije hola mientras acariciaba tu cabello.
Recuerdas aquella vez que estuvimos en la casa de Luis? Era de noche y solo quedábamos los dos en pie, el alcohol hacia que nuestros movimientos fueran torpes y las caricias que te daba eran planeadas con gran esfuerzo para que no te dieras cuenta de lo embrutecido que estaba por el alcohol.
O esa vez que nos fuimos a viajar por el centro del país, Oscar manejo toda la noche y al despertar estábamos en San Juan del Rio. Desayunamos en un pequeño local frente a la plaza del pueblo; terminamos y nos fuimos a recorrer las pequeñas calles, entramos en la mayoría solo a ver las mercancías sin comprar nada, pasábamos frente a las casas de colores y tu inventabas historias acerca de la gente que vivía en ellas, “en esa casa vivió una anciana que todas las mañanas les gritaba a las personas que la veían por las ventanas pero que todas las tardes les regalaba dulces a los niños que pasaban” Cuando llego la tarde antes de irnos vimos a varios hombres pasear en sus caballos y tú querías tomarte una foto con uno blanco y no te la tomaste porque Fernanda te dijo que después no íbamos a poder distinguir quién era quién.
Y el día de mi cumpleaños en el que nos escapamos un momento de la fiesta, llegamos a tu casa y fuimos directamente a tu cuarto, como con tanta agitación no escuchaste la puerta principal abrirse y como apresuradamente te compusiste lo mejor que pudiste y saliste de la habitación, solo para regresar al instante sin color diciendo que tus padres habían llegado de sorpresa; esa fue la primera vez que hable con tus ellos, y esa fue la primera vez que bochornosamente deje mi ropa interior en la casa de alguien más.
Esa cena en el restaurant italiano de tu colonia, cuando después de que ordenaste te hice creer que los ñoquis eran en realidad franceses y que Italia se los había apropiado después de la segunda guerra franco-prusiana? Luego tu empezaste a dudar de todas mis idioteces cuando un caballero que estaba sentado en la mesa de al lado empezó a reírse de lo que decía; cuanto reímos ese día.
Te acuerdas del día en que acampamos en las Lagunas de Monte bello, cuando todos estaban durmiendo y tú me encontraste mirando el titilar del fuego en la fogata, no dijiste nada, solo tomaste tu chamarra y te sentaste a mi lado, nos miramos y continuamos absortos en la danza del fuego hasta que este se apago y solo quedamos iluminados por las estrellas en el cielo, recuerdo como el tono azulado de la escena hacia de ese momento algo atemporal, nos miramos y solo nos sonreímos, en ese momento no había nada más que decir.
También recuerdo la noche en la que nos quedamos en casa de una de mis amigas, habías estado llorando y te habías puesto intratable por toda la cerveza que habías bebido, como toda la noche hablamos hasta que te quedaste dormida, recuerdo como pase años y épocas mirándote dormir; despertaste y me preguntaste si todo estaba bien, te dije que todo iba a estarlo y te volviste a dormir. Yo te seguí mirando hasta que mi propio sueño me dejó.
Te acuerdas de la vez que fuimos a Morelia? Durante todo el viaje te recostaste en mí mientras el paisaje cambiaba en la ventana. Hablaba y hablaba de las cosas que venían en nuestro futuro; tú escuchabas y sonreías. De vez en vez tu mirada se alzaba y podía ver tus ojos, podía ver amor. O por lo menos en esos tiempos lo veía.
O como en medio de un concierto en febrero, yo ebrio e irreverente, aullé a la luna y tu reíste y reíste.
O la vez que intentamos el abrazo más largo del mundo.
Cuando en las noches te contaba de mis demonios internos, y como una simple conversación se prolongaba hasta las dos o tres de la mañana, como nos reíamos de nuestras suertes y como por alguna coincidencia Vonneguttiana nos pesaban las mismas aflicciones.
Recuerdo el día en que te despediste; llegue al aeropuerto y me quede fuera, mirando sin mirar a las puertas automáticas de la terminal, por fin me decidí a entrar y sin saber porque me dirigí a uno de los stands en los que venden libros, estuve viendo lo que había detrás de la vitrina cuando te vi ir hacia donde estaba por el reflejo del cristal. Fingí no haberte visto y casi cuando llegabas me gire y te sonreí; te quedaste parada y sin saber que decir, caminaste hacia mí y me abrazaste.
Todos esos recuerdos son algunos de los que salen a flote en las aguas de mi memoria… el tiempo ha borrado las caras de varios de ellos, ha confundido los nombres y se a quedado con otros.
Tu recuerdas alguno de ellos?
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