Se nos desplomo la casa encima, con los gatos, la mecedora y la soltería.
Nos golpearon las palabras como dinamita,
las ideas no aclaradas fueron esas bolas gigantes y grotescas,
los comentarios mal intencionados se comieron los cimientos.
Tiramos la llave y nos fuimos a puntos opuestos,
nos llevamos con nosotras todos nuestros pesados recuerdos imantados,
que a cada paso nos pesan mas.
Nos dimos cuenta, demasiado tarde,
que nadie entiende tan fácil, nadie entiende como yo, nadie como tu,
ese lenguaje extraño y caótico que solíamos usar.
Dejamos tiradas las risas, los llantos, los enojos, gritos;
y ahora veo que era lo que nos mantenía caminando.
Reemplazamos si, reemplazamos lo perdido,
con nuevas risas, con nuevos cantos y nuevas cortinas;
estamos completas de nuevo, no tenemos risa falsa,
no nos falta nada, ahora la vida esta justo en su lugar.
Pero en las noches, cuando todos duermen,
cuando alguien se va para siempre,
o simplemente el olor de un cigarro nos sorprende,
entonces lo sabemos.
Nos hacemos falta, o por lo menos a mi,
a mi nos hacemos falta, me hace falta el café,
me hace falta el cigarro, tu escándalo o tu alocada forma de ser,
me hace falta aquel extraño y caótico lenguaje.