Observo cautelosamente tus movimientos y sé que lo nuestro es imposible. Mi tortura más dulce sería el acto involuntario de pensar en recorrer lentamente cada centímetro de tu cuerpo, adorando tu silueta y con las yemas de mis dedos ir acariciando de la manera más sutil, sabiendo que pronto nuestras pieles se fusionaran hasta ser del mismo color, donde ya no podremos librarnos del recuerdo del otro, reconfortando y amando cada uno de los sueños. Vivo con el deseo de robarte el aliento sin dejar rastro visible de ello y aun así, dejar huellas en lo más profundo de ti. Y es que el solo hecho de imaginar todo esto, logro dar cuenta de mi osadía de entregarte mi alma, mi vida, mis sueños y mi todo, en tan solo un instante. Intento congelar el tiempo a través de estos pensamientos y me digo que pronto llegará aquel día en que ella descubra mi persona y sepa que siempre estuve a su lado, esperando una oportunidad de ser yo lo mejor de su vida.