Tu figura ahora pequeñita y encogida en mi retina entraba con tristeza a mis cuartos interiores. Contrastaba tu silueta, madre mía con aquella que en los ambientes se imponía aquella que lideraba el día, que la noche hacía mágica. Duele ver que la historia en tu semblante termina con el día. Que tus ojos que miran hacia adentro se pierden en el universo, saber que quizás pronto no esté la mañana que atrapa tu mirada, que la rueda de tu vida ya no gire al medio día, que tu voz sea un eco en el vacío y el dolor de no verte madre mía inunde las miradas. Dejemos que transcurran las semanas y los días y puede ser que la historia de tu vida termine sin agonía madre mía.....
Texto agregado el 09-02-2014, y leído por 119 visitantes. (1 voto)