Entonces no tenía miedos.
Te miraba de lejos;
tu silueta delgada
y frágil, llenaba mis sueños.
Sueños locos
al mirar tus largas piernas,
al desear tocar tus senos.
Yo soñaba. Sin mirarme apenas, tú pasabas.
Un día cualquiera
me animé a hablarte.
Tus ojos de hembra fiera
me miraron, Eran dos gemas, dos obras de arte.
Como los insectos vuelan
alrededor de la luz,
me arrimé a tu vera. Penan
aún, mi alma y corazón, cargando esta cruz.
Te pedí un beso,
y un beso me diste.
¿Era acaso un exceso
pedirte amor; o el amor no existe?
No soy poeta,
pero me gustabas tanto,
que mi alma inquieta
cantaba versos de alegría, y de quebranto..
Estos versos desacompasados,
viven gracias a ti.
Vienen, se van , pausados,
libres, llenos de ti y de mí.
En ti, hice realidad mis quimeras:
pude gozar de tu boca,
de tu piel hecha de perlas,
de tu sexo de leche y miel, de tu mirada loca.
Esta noche pienso en ti,
como cuando no había miedos.
Ya no estás. Vagas lejos, olvidada de mí.
Ahora; ¿a quién le alimentas sus sueños?
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