La dura realidad se estrelló contra ella, pues en un embrollo estaba involucrada, la infidelidad toco a su puerta, una digna señora no lo era. Un amor fugaz entró a su vida, llenando el vacío que la soledad le dejaba, la ilusión, los besos, las caricias la cegaban, para no renunciar al papel que la ataba. Aunque sabía que a su amor no lo aferraba, un vil papel del registro, a ese amor fugaz creyó amar, pues formaba parte aún de su vicio.
El hombre de sus sueños lo tenía en frente, y tan puro corazón le entregaba, y ella tan cruel e indiferente, no sabía que rumbo tomaba.
Confesó a él sus sentimientos; pues difusos e increíbles no notó, hace tiempo correspondía ella su amor, pero cada quien se empeñó en tomar otro destino. Miserable mujer inmadura, no logró confesar su error, pues difícil a ella se le hacía, confiar nuevamente en el amor.
Su vida siempre se basó en una mentira, su vida pasó de relación en relación; sin darse cuenta que cada lágrima pérdida, le desgarraba aún más su ilusión.
Sin embargo, aquel hombre cortés, renunciar decidió a su sentimiento, pues atada a otro hombre ella estaba y no quería causante del fracaso de su compromiso, desconociendo que era solo una triste farsa, un triste papel que se obligó a interpretar; desconociendo que el único amor que la ataba era el amor a su pequeño hijo.
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