No tengas miedo (Cap. Nueve)

Después de la muerte de Joaquín Teresita debía cerrar la casa hasta que Romina decidiera que haría con ella, ella se regresó a Miami de inmediato, pues prefería preocuparse del futuro de sus bienes desde lejos, la empresa estaba resguardada por el Directorio y cuando hubiera junta de accionistas vendría, habían muerto demasiados seres queridos en un corto tiempo, el dolor de esas pérdidas era demasiado para ella.

Teresita quería irse luego de la casa que ahora le resultaba tan extraña, sentía pasos y sombras que le aguijoneaban el alma. Esta sería su última noche, había tapado los muebles cerrado bien todas las puertas, sus maletas estaban listas, su bus a Río Bueno salía temprano en la mañana. Se fue a la cocina y no pudo evitar recordar el té que no alcanzó a servirle a la señora y lo ojos se le llenaron de lágrimas. Calentó el agua y se preparó uno para ella, pensando con dolor que su vida había cambiado tan bruscamente. Se dio vuelta para llevar la tasa hasta la mesa de la cocina pero no pudo dar un paso, la señora Mónica sonriente le hacía señas para que se sentara junto a ella.

Teresita sintió como si su corazón se inflaba de alegría, se veía hermosa, tan feliz, había sido como su hermana, compartieron tantas cosas juntas, se acercó a ella y quiso abrazarla, pero la señora Mónica se lo impidió alejándose suavemente unos centímetros y por unos segundos solo se miraron. Fue una larga noche en la que hablaron de muchas cosas y la señora Mónica le explicó en detalle las razones de esta inusual visita.