Dimes, diretes brotan al compás de nuestra conversación temas diversos van y vienen, pero es tal el repertorio que no se repiten, ninguno doblega, los dos fluimos incluso sin estar de acuerdo.

Busco su sensualidad, nunca se sabe si seré recibido pero igual acometo, navego aguas turbulentas pero ella es buena guía y sabe cuando es el momento más oscuro de la noche para prender la lampara.

Una vez regodeados de la experiencia se apresura mientras deliro a borrar todas las huellas y cual Penelope deshace en el día lo que se tejió en la noche.

Y es que en el fondo me protege, ella sabiendo que su libertad no es negociable y viéndome enamorado me hace un sortilegio para que no ate los cabos de su alma, para que baje la marea y se me escape entre las manos hasta el próximo encuentro.