no sé por qué vengo a contarles mis sueños
mis sueños son inmorales para los ateos
aquí los días pasan dolorosamente
no hay instante sin riesgo mortal
y el corazón agitado lo sabe
y allá con la rubia debe ser igual
aunque leyendo un cuento escandinavo
cerca de la chimenea
aunque la rubia lleve calcetines de lana
debe ser igual
pero en un silencio sólo interrumpido por el crepitar
que debiera ser suficiente para la inspiración
o para la desesperación
pero yo no lo he probado
mi cuerpo engusanado en la localidad
cuarenta y cinco grados centígrados
es una pesadilla
pero se me ha prometido que solo sea una vez
y después el juicio
pero aquí en las máquinas infernales
el aire venenoso
la fotografía de la ciudad sepultada en ese aire
polvo y trocitos de metal y calcio
que respiramos mientras comemos trigliceridos
y ella está del otro lado con comida orgánica
su piel es fresca y suave
promete grandes alegrías
y ya no sé qué más