El tiempo va y viene siempre relativo,
su crueldad reflejada en mi desdicha,
disfrazada de años, sólo han pasado dos,
pero se han apoderado de mi como siglos,
desgarrando mi alma con tu punzante recuerdo,
desde entonces no te veo, no te siento, no te respiro...
Pero te extraño, te anhelo, te necesito.
Fue con tu partida que aprendí a coleccionar recuerdos,
te guardo en ellos, los revuelvo,
por un momento vuelves a la vida, me pierdo contigo,
te busco en lo que no pudo ser y te encuentro,
en cada repique de tiempo, en cada mirada amable,
en las sonrisas cálidas, en el vaivén del viento.
El tiempo debió quedarse inconcluso
como lo fue nuestra despedida,
como tu sonrisa se quedo atravesada entre mis ojos,
como tu voz se quedo resonando en las grietas de mi alma, como nuestro último momento vívido en la memoria,
así seguirías conmigo.
Infierno es pensarte y estar sin ti,
los días que se fueron y los que vendrán,
las amarguras del pasado, lo incierto del futuro,
yo que no vivo sin pensarte y tu la idea que se distorsiona con el tiempo.
Musa que inspira, recuerdo que perturba,
eres amor que duele, memorias que no olvido,
tiempo perdido, ausencia que descompone,
eres la pasión que perdí y la fuerza que recuperé,
mariposa de mil colores y cien caras...
luego por fin te vuelves paz.
En memoria de mi madre Ana, algún día volveremos a encontrarnos.
(Ahora no me queda más que leer esto al viento)
Vanya D.
02.02.14 |