Todo el valor,
toda la ira,
el engaño, la amargura;
todo lo contenido en el Alma
tanto tiempo,
como una piedra,
frío cristal,
cadaver sin rostro,
emergen ahora de mis ojos
de mis labios
en forma de diamantes cristalinos,
puñales clavados que devuelvo.

Y yo, sin un hombro
en el que poder reposar
mi debil cabeza,
sin unos brazos que
desprendan el calor suficiente
para apagar mi desolación,
me consumo,
llena de agonía,
sola,
entre cuatro blancas paredes.

Vendrá un tiempo en que el sol
secará el pozo
y el viento arrastrará mis lagrimas.

...espero...