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Alejandra era una mujer de treinta años, médica cirujana de la universidad pública más importante de su país. Durante el tiempo que fue estudiante universitaria, fue una joven muy fiestera, le gustaba mucho ir a las discotecas, pero solamente con sus compañeros de universidad, pues siempre fue una persona muy reservada en ese sentido. Sus congéneres estudiantes la consideraban una persona muy herética, pues siempre disentía de todas las opiniones religiosas, inclusive peleaba con los ateos por considerarlos demasiado atrevidos con el diseño del universo. Su libido en el tiempo en el que estuvo estudiando su carrera fue algo que llevó con mucho desenfreno; su filosofía consistía en que si el sexo es algo muy preciado, pues la idea es compartirlo con todos los que más pueda; por esa razón tuvo relaciones sexuales con muchos compañeros y compañeras de estudio.

Su padre a veces la llevaba a la parroquia de su barrio para que se arrepintiera de tener una vida tan pecaminosa, aunque su progenitor no conocía su concepción sexual, obviamente tenía que saber que vivía de parranda en parranda. Otra de las cosas que más le gustaba hacer era acampar los fines de semana que tenían lunes festivo, para disfrutar de la naturaleza con mayor plenitud. Algunos de sus amigos de la institución educativa, la consideraban una persona bipolar, pues a veces se comportaba como un gamín, como los dioses, y otras veces la describían como una persona finolis. Además en las vacaciones le gustaba hacer paseos al litoral de su país, pues su nación cuenta con salida a dos océanos.

Tuvo una de las mayores calificaciones en su promedio ponderado de todos los semestres, ella decía que sólo ojeaba los libros para presumir, pero en realidad, casi ni dormía por estar estudiando, había días en los que dormía apenas una o dos horas, pero nunca lo quiso reconocer ante sus compañeros. Cuando tenía momentos de ocio se ponía a zapear, pues le repugnaban casi todos los canales de televisión, a pesar de que tenían una conexión con muchos canales internacionales. Su decisión profesional estuvo entre medicina o canto, y se dejó persuadir por lo que le aparentó ser más serio.

Luego de graduarse entró a una empresa del estado atendiendo a todo tipo de pacientes que iban a hacer controles médicos. A los dos años de haber empezado a laborar, se compró un carro. El primer viaje que hizo en su vehículo propio fue a ver una obra de teatro Kabuki, pues a pesar de ser de occidente, le gustaba todo lo que tuviera que ver con la cultura nipona. A las tres semanas de haber estrenado su medio de transporte salió a una fiesta de integración con sus nuevos compañeros de trabajo; la disfrutó como solía hacerlo en la universidad y fue de las últimas en irse del sitio. Eran las dos de la mañana, ella era muy envidiosa y no quiso acercar a nadie a su residencia.

Mientras regresaba a la casa de sus padres, prendió la emisora del carro y cantó al unísono una canción sobre la hermosura de la vida. Cuando iba más o menos por la mitad de la canción llegó a un semáforo en rojo. Había dos hombres al lado del semáforo intermedio, el que está en la mitad de las dos calzadas, una hacia el norte y la otra hacia el sur. Uno de los sujetos intentó acercarse a Alejandra y ella inmediatamente arrancó su vehículo, con toda la potencia que pudo, sin embargo; el hombre que se había acercado sacó un arma y calculó para dispararle en la cabeza a su víctima; aunque Alejandra ya estaba un poco lejos de ellos, el malhechor tenía buena puntería y logró matar casi instantáneamente a la mujer, la cual sintió un dolor que no se puede bolacear, en cada átomo de su cerebro Alejandra sintió un gran padecimiento que finalizó con ligereza.

El hombre al ver que el carro se detenía abruptamente, supo que había logrado su cometido, por lo que se acercó junto a su cómplice y verificó que la mujer estuviera muerta. Luego entrambos la sacaron y la dejaron tirada sobre el concreto. Se subieron al carro y lo llevaron a la bodega en la que ya tenían más de veinte vehículos robados. Cuando llegaron allí recibieron una felicitación afectuosa por parte de su jefe.

Texto agregado el 01-02-2014, y leído por 146 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
01-02-2014 El final es un poco abrupto. elisatab
01-02-2014 Asesinas tu cuento con el final. rentass
 
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