Es de noche

Cuando el sol se apagaba en el poniente y los neones bañaban las calles, desde lo alto de aquel rascacielos, Tomás observaba como mutaban los verdes de la plaza central a medida que la noche avanzaba.

Desde chico siempre quiso volar, inspirado por aquellas épicas historietas que llamaban a la imaginación y a la aventura.

Porque volar es eso, pura imaginación. Un hormigueo intenso por debajo de su cintura lo sorprendía a medida que se acercaba a la baranda del balcón.

Lo acariciaba una ligera brisa bastante fría para un otoño que recién despertaba. Toda la ciudad rendida a sus pies, en solemne rezo pagano.

La luna en cuarto creciente emergía de las sombras por entre los muros de los gigantes de cemento, advirtiendo a su incondicional compañero, el despertar de la noche en la insomne urbe.

OTREBLA