Imagino tus manos sobre mi espalda, recorrer mis desiertos.
Imagino tu sombra sobre mis pechos; a menudo puedo oler
tus amores como susurros del destino...
Deseo tu deseo como una flor a un amante, o el fuego
al fénix.

Mantienes la agonía de las caricias a marcha lenta, lo sé
quieres ocultar tus miradas.
Imagino el rose perpetuo de mis piernas tras tus besos
de miel.

El deseo impuro o etéreo...
Locura en mis sabanas; por caricias desbordadas
cura de espantos este cariño por tu piel.

Locura en mis venas cuando apareces entre las paredes
de lo permitido.
Me provoca la iniciativa de rosar nuestros sentidos; los cuerpos; el aliento...
Me estremecen las sensaciones de dulzura en el abismo,
al caer en tu cuerpo bonancible.

Finalmente el cuerpo se desnuda, la conciencia se dispersa y
los versos se aman.
Noche de gemidos, intensos mordidos,
te espera mi vientre, entre el zumbido de mis piernas,
suspira el orgasmo de placeres remendados.

Que lo pulcro está en la lágrima, el rocío de la mañana.
Que lo cierto no es honesto.
Que despierto cuando muero.