Había estado escuchando la Tocata
y Fuga en D menor de J.S. Bach
música del maestro, de belleza misteriosa.
Ya estaba casi al final. eran las últimas páginas
de la novela del elegante “Conde Drácula”
del autor irlandés, el escritor Bram Stocker, creo,
en ese momento meditaba sobre las maldades
de este ser de la famosa historia,
y cuando esto sucedía, me deleitaba en mi alcoba
de la música de Camille Saint-Saens,
popularmente conocida “La Marcha Macabra”
Empezaba a adormitarme cuando yo creí oír
el rechinar de las oxidadas bisagras de la puerta
del pequeño apartamentito donde vivo.
Por la rendija de la puerta comenzó a emerger
el descarnado y largo brazo de un horrible esqueleto.
violentamente empujó la dicha puerta
mientra lanzaba espeluznante carcajada.
Lucía en la cabeza tres enroscados cuernos
que parecían apuntar sin ton ni son aquí y allá.
Las vacias cuencas de los ojos ahora brillaban
con una luz rojizo-amarillenta como fuego.
Del hoyo de la nariz emanaba un vapor verdoso
con punzante olor de azufre casi (perdón) flatulento.
De la monstruosa boca entre torcidos y sucios dientes
se derramaban casi constantemente ligosas babas
que manchaban las alfonbras con feos tintes ocres
La columna vertebral presentaba dos jorobas
veintiseis costillas blanquesinas o amarillentas
en las junturas con el plano y deforme esternón
abajo del cual se proyectaban seis costillas flotantes
afiladas como oxidadas dagas o árabes puñales.
Del ilíaco que era de forma similar al de un vampiro albino
colgaban largas, huesudas piernas que al caminar resonaban
como lúgubres marimbas tocadas con pedradas.
Quedeme atónito observando el esperpento
que súbitamente hizo inesperado movimiento
al abalanzarse sobre mi rayando con asquerosas
uñas
mi y expuesto y desnudo pecho con cinco rasgaduras
que comenzaron a sangrar casi al momento.
Me quise defender tomándolo por los cuernos
cuando el horrible ser de una mordida me arrancó una oreja,
Traté de asirlo por la mandíbula inferior, con firmeza,
mas siendo él más poderoso me cercenó dos o tres dedos.
Traté de quebrarle el grueso y roñoso cuello, y él introdujo
en mi nariz dos de sus falanges que sentí que llegarian
hasta el cerebro, abrí la boca por el dolor horrendo
y con la otra mano pretendió arrancarme los labios
y la lengua. Tireme al suelo para asirlo por una pierna
pero con la dura rodilla golpeome la faz , y temí quizás
una concusión pensando que por el impacto me desvaneceria
Me levantó con ambas manos tomándome del cabello
y con una voz gutural, rasposa, de ultratumba
gritó con claridad solamente una palabra:
“ ¡Retórnalo!”
Yo no comprendí a que se refería cuando decía eso.
Antes de que yo pudiera hacer algo más en mi defensa,
con férreo puño me dio tremendo golpe en el solar plexus,
me derrumbé al piso luchando por recobrar el aliento
y esta vez el monstruo bramó con la misma odiosa voz:
“¡Devuélvelo!”
y en mi agonía me preguntaba yo que debería yo devolver,
a quien y por que razón mas francamente no atinaba.
Antes de partir, el abominable ente lanzome un escupitajo
que al tocarme la piel quemaba como ácido vitriólico.
Previo de somatar la puerta tornose y aulló la tercer palabra
en nuestro desigual y enconado casi letal encuentro:
“¡Regrésalo!”
Desde el pasillo me alcanzó el eco de otra carcajada.
Llegó por fin el amanecer para mi gran alivio,
Al abrir los ojos vi mi estancia como siempre:
los calcetines por lavarse en la pantalla de la lámpara,
tres botellas de cerveza vacías que rodaban por la cama
sobre la mesa, aún en su caja, una mitad de la pizza
que la noche anterior fuera mi cena y sobre el gavetero
media botella de ron ”Flor de Caña”, semi-abierta.
Examineme el cuerpo: estaba absolutamente ileso
y mientras me comía el resto frío de la pizza que sería
mi desyuno esta mañana. Pensé: “Arrójate la idea de la cabeza,
Fue una pesadilla, olvídala, talvez fuera el producto
de lo que comprara anoche en la “Pizzeria Mamma Mia”
Sin embargo para mi fuero interno me decia
“Esas tres palabras tienen que tener algun significado”
Su críptico mensaje trataba de decifrar, mas todo en vano
¡Y de repente! Se me vino a la mente como un luzaso, una chispa:
Ya sabía el mensaje en las palabras y la horrible pesadílla!
Sin titubear corrí hacia el teléfono y llamé a la razón
de mi existir, a mi adorada, esa muchachita que es
para mi todo en mi vida. 1.60 m de estatura curvilínea
que me domina con su amor, con sus caricias, sus mimos
Me contestó con su vocesita tierna que es mi música:
“Alo, quien habla? Eres tu, corazón, quien me llama tan temprano?
“Mira mi amor, mi nena, oye, escúchame que tengo
algo que decirte que es de mayor importncia para que vuelva
la tranquilidad a mi agitada vida. ¿Sabes que pasa?
Tengo un tremendo cargo de conciencia, he cometido algo indebido,
perdóname, mi vida, pero ya no hay pena, hoy en la noche
que te vea, te retornaré, te regresaré, te devolveré
un besito que te robé antenoche, en tu descuido
y sin que tu te dieras cuenta. ¿Me lo aceptas? Te suplico.
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