El ser humano es un maravilloso artilugio.
Tenemos un cuerpo que exige en gran medida ser atendido y si tratamos de no ceder a sus demandas actúa vengativamente contra nosotros.
Oh bueno, es posible domarlo un poco, pero no es lo habitual.
Podemos dedicar toda nuestra vida a uno de los dos comportamientos: tratar de reducir el cuerpo a silencio o dejar que tome el control y seguir sus comandos. Ninguna acción intermedia dura mucho.
Ambos casos están condenados a un final espurio pero voy a dejar este tema a personas mejor informadas.
Los seres humanos no terminan aquí, tienen, además, un cerebro y una mente.
Tenemos un pequeño inconveniente aquí. ¿Son dos cosas separadas o son lo mismo ?
Sé que el mundo científico está luchando en este campo pero no voy a ser parte de ello, sobre todo porque la Ciencia es una muchacha muy difícil de conquistar.
Voy a seguir mi propia experiencia y el conocimiento que recibo del pequeño duende que viven en mi mente desde siempre pero esto es otra historia que no cabe aquí.
Mi cerebro es la herramienta con la que mi mente interactúa con el mundo, a través de los cinco ventanitas llamados sentidos.
Mi mente es, bueno, yo soy mi mente o al menos eso creo, sin pretender crear un polémica.
Al principio, y si tienes suerte, tu mente se inicia como una pequeña habitación iluminada por una lámpara de bajo consumo de unos 40 vatios, más o menos. Puedes ver algunas paredes pero casi todo está bajo sombras oscuras.
De nuevo, si tienes suerte de obtener un poco de ayuda, puedes cambiar esta lámpara de 40 vatios por una nueva de 60 vatios.
No puedo describir lo asombrado y sorprendido que te sentirás cuando las sombras se alejan y te encuentras con muchas cosas maravillosas en tu mente y que no tenías idea de que estaban allí.
A partir de entonces, si eres lo suficientemente sensato, tratarás de aumentar la potencia de las lámparas y seguirás encontrando cosas maravillosas.
Descubrirás que tu mente no es sólo una habitación, sino varias salas de diferentes tamaños y con diferentes maravillas.
Después de un tiempo descubrirás una escalera y para tu asombro, te enterarás de que hay muchos pisos hacia arriba del primer rellano.
Haciendo corta esta narración, finalmente llegarás a la buhardilla. Cuando ingreses a ella, casi seguro pensarás, "Qué cosas viejas y pasadas de moda voy a encontrar aquí".
Tan pronto como enciendas la pequeña luz de la pared podrás ver que todo está muy bien organizado y limpio. Hay estantes vacíos y varios armarios con cajones, también vacíos, como si estuvieran esperando a ser llenados. Algo extraño, ¿verdad?
Mientras caminas por la penumbra, algo tocará ligeramente tu pelo.
-Uf, dirás un poco disgustado,-¡una tela de araña!
No es una tela de araña, sino dos delgadas cadenas que descienden de las sombras del techo.
¿Qué es esto? -piensas de nuevo y en contra todo sentido común tiras de una de las cadenas. No pasa nada, parece atascada.
Luego, por supuesto, tiras de la otra cadena.
Una gran claraboya en el techo se abre y permite que toda la luz del cielo descienda en un rayo de conocimiento y felicidad.
Ahora eres una "persona de mente abierta". Sin darte cuenta también comienzas a ser una persona de_mente
¡Por fin lo entiendes!
¡Llegaste a las puertas de la eternidad!
Y si también llegaste a esta línea, ahora sabes que es lo que puedo hacer de vez en cuando: Jugar al filósofo y escribir con convicción y autoridad sobre cosas de las que no sé nada, a no ser que haya descubierto la claraboya...
Hummm, ¡tal vez lo hice! |