Fue una fría y cerrada noche de otoño en la costa de mi ciudad. Es raro que haga tanto frío en otoño. A las horas después de la medianoche comenzó la nieve.
En la misma calle que vivía yo vendían drogas. No era raro ver sangre esparcida por el piso.
Miré por mi ventana para vigilar si había alguna pelea o algo.
Un auto se estacionó y luego unos sujetos se bajaron con bidones de gasolina.
Saqué mi machete y fui hacia ellos. Solo uno llevaba arma de fuego. Fue el último en subir una vez esparcieron toda la gasolina por la casa.
Oculto entre las sombras, le asesté un machetazo en la mano en que llevaba la pistola. Rápidamente la recogí y le apunté.
-¡No te muevas!
-Oye, viejo... no me dispares... solo queremos ganarnos la vida...
-Pues...
Dejé de apuntar y el sujeto se lanzó encima mío. Lo que no sospechaba era que yo estaba preparado para dispararle. La bala le llegó en el estómago. Él quedó tirado. Los demás se bajaron del auto. Les apunté también, pero la policía había llegado.
No hubieron las suficientes pruebas para demostrar que actué en defensa propia, por lo cual fui a prisión.
Aún así, logré que no quemaran la casa.
A veces siento que la "justicia" está mal hecha.