EL CHANGARÍN
Cuando una persona se considera “un changarín” (orientalisando el término), ya que en el diccionario de la lengua castellana, se lo llama “changador”,
y está definido como:
La persona que presta un “servicio”, por el cual recibe una paga. Significa que el individuo, espera ser recompensado.
Cuando alguien hace un “favor de buena fe”, no reclama, no pasa factura,
no espera recompensa.
Eso lo convierte en un negocio, y le quita todo valor solidario.
Mucho peor aún, es creer, que aquel que está a nuestro lado,
y nos ayuda, y acompaña, con aparente consideración…
En realidad está detrás de un mostrador, negociando a favor de sus intereses,
para ganar en forma ilícita,
el derecho al “reclamo permanente”…
Ésta demanda constante, está disfrazada, de insatisfacción, aburrimiento,
falta de estímulo, necesidad de
cariño, y poca respuesta sexual, en la medida de su “egoísmo”…
“El desagradecido”, tiene una gran carencia, y nada le resulta suficiente para cubrirla. Nos sumerge en la angustia, de tener una moratoria vitalicia, imposible de cumplir.
En nuestro intento estéril, de “saldar” ésa deuda imaginaria,
cometemos tremendos errores:
Pagar las cuentas, hacer concesiones para complacerlo, llevar todo el peso de las responsabilidades y mucho…mucho…pero
mucho mas…
O sea, que nos convertimos en sus “changarines”, o mejor dicho
“comodines”, sin recibir siquiera el reconocimiento y la valoración que merecemos…
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