Soy una pelusa. Una insignificante e indiferente pelusa. Yacía unida a una trama inmensa y colorida, un tejido insondable que estaba guardado, inhóspitamente colgado y a veces brutalmente doblado junto a otros tejidos diversos. Un viento o quizás un sacudón del destino me hicieron vagar a su merced. Ahora un mundo inmenso e inabarcable me azora. Mi disimulada pequeñez y liviandad me dan facilidad pero fragilidad para andar. ¿Cómo podré comprender mi origen? ¿Cómo saber de mi destino? Solo me resta vagar al caprichoso son de los días.
Me adhiero sin querer a las cosas, pareciera que mi naturaleza así lo desea. La luz del sol me hace brillar y mi color resplandece. La noche y su luna me traen nostalgia. El mundo no sabe nada de las pelusas como yo, de los sueños minúsculos que mi raquítica esencia atesora. Si vieran lo delgado que soy, casi ni sombra logro. Hoy desperté en este incognoscible rincón, mi particularísima visión no permite saber donde estoy, solo puedo maravillarme de la grandeza que me rodea y saberme aquí.