Cuando me quise separar de ti ya era tarde, no podía, me habías re-creado a tu imagen y semejanza, a pesar de otro cuerpo, otra figura. Parte de mí sin duda seria tuya para siempre. Lo único que me quedaba, entonces, era la automutilación de mi espíritu, destrozar tu obra, ¿Qué pero castigo puede haber par aun artista?, en el proceso sin duda también se perderán pedazos de mi propia esencia, pero es inevitable, y es el único remedio, tu tampoco puedes librarte de mí a voluntad, tengo tu sello y tengo lo más poderoso que me diste, cuando me miras, te ves a ti mismo.
¿Por qué no mutilamos juntos mi corazón? ¡Qué acto de amo más grande! Fundirnos en el mágico placer de nuestros cuerpos, y en el glorioso final dime que me odias, lastímame, dame razones definitivas para alejarme de ti, destroza la imagen de mi creador, planta en mi el desconocimiento de mi ser, asesina mi orgullo y vete. Desconóceme. Desconócete.
Haz lo que te pido amor mío y nos habremos obsequiado nuestra libertad y nuestro renacer. Destroza tu obra y vuelve mi ser a su estado primigenio antes de ti. Renaceré, curada de ti, esculpiré la nueva obra.
Pero no borres tu recuerdo de mi mente, el plano maestro déjalo grabado, déjalo oculto, déjalo difícil, para que las reminiscencias conmemore tu arte.
Y tú, en cambio, usa mi recuerdo como esquema, para tus nuevas Diosas blancas.