Miró hacia la tierra, una gota de sudor se desliza por su rostro. Piensa en la decisión que lo trajo a esta consecuencia. -Coño... Por qué le di esa información a ese periodista? Sus manos atadas en su espalda y sus rodillas dobladas tocando la tierra; no le auguran un final halagador. Pero ya es tarde. Tu verdugo se acerca con pistola en mano. Un sonido ensordecedor no te permite escuchar lo que te dicen pero lo intuye mientras tu rostro cae al suelo.
- A los corruptos no se le molesta...
Sandy Valerio
Texto agregado el 25-01-2014, y leído por 99
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