Gabriela, en una de esas mañanas en las que debía levantarse a las 4am para arreglarse en una hora, viajar dos más en un bus algo incómodo y no apto para recuperar el sueño para llegar directo a su oficina, muy a las 4:00 am apaga su despertador, dejando al pobre aparato sin que hacer durante los 10 segundos de duración, en los que muy cumplido gritaba con la misión de avisar a la jovencita la rutina del día…
No tenía ni la más mínima intención de levantarse, lo único que sabía, era que tenía un sueño refundido y que necesitaba volver a él lo más pronto posible, pero para continuar su historia, necesitaba de concentración y de mucha imaginación para remendar a su recuerdo recién perdido el pedazo de historia que necesitaba ansiosamente concluir…
De pronto, empezó a conciliar el sueño, cerró sus ojos y empezó a rodar la película en su memoria, Gabriela, estaba de nuevo en la Patagonia, a punto de entrar a una cueva helada en el extremo del glaciar Perito Moreno, uno de sus paisajes favoritos, pero de pronto empezó a sentir un frío leve, sus pies empezaron a entumirse, pero Gabriela decide entre su sueño, recogerlos, pero, que sucede? no está la cobija!
-¡Donde carajos está la cobija!, no puedo irrumpir en la fantasía solo para arropar mis pies, puedo aguantarlo, pronto lo olvidaré…
Gabriela retoma en su viaje y aferrada a su cobija, apretuja sus ojos para no salir de su fantasía y volver a su paisaje soñado, pero, esta vez, sin paisaje azul, sin hielo y como en un tubo de carne oscuro, escucha más allá de un fuerte golpe, uno tras otro, el estruendoso sonido de su propio ritmo cardíaco, y por mas que busca con su memoria el paisaje de aquel glaciar en el que andaba, no se encuentra mas que con una bomba de sangre entre una montaña de huesos y uno que otro cordón de sangre.
Asustada, se despierta, y en medio de su angustia, no sabe si en realidad dormía, o si se trataba de algún otro sentido llevándole al centro de su propio mundo de carne y hueso.
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