Aníbal no asistía a la reuniones de los martes y sus amigos se preocuparon por que después del terremoto alguien del grupo lo divisó muy alicaído y con dificultad para expresarse.
Renán y dos amigos lo visitaron. Se puso nervioso y empezó a temblar, sus ojos húmedos. Al fin las lágrimas corrieron, decidió contar para aliviar su hondo penar.
Confío en el compañerismo, que no hagan comentarios burlescos. Mi esposa y yo conversamos , decididos a vivir como siempre,guardando los menguados ahorros en un lugar estratégico, pero después del terremoto en el bolsillo de la bata de levantarse, regalo de mi hija,con muchos diseños coloridos,que eran alegres comentó ella, no eran de mi agrado más clásico y viejo, decidí dejarla en nuestro dormitorio.
La vida tiene designios. Una mañana, como siempre la Rosa abrió la ventana para hacer el aseo,salió a buscar el plumero...
Avergonzado, intenta recuperarse, acepta el vaso con agua y murmura: - Y como reté a la Rosa, me duele, me amarga más que el dinero que me robó ese infeliz desde la silla allegada a la ventana.
Haciendo mofa vendió la bata colorida a una mujer.Todos, todos saben esto, como nadie ofertaba, decidió venderla por lo que le dieran. Esta vació sus monedas en el mostrador y algunos billetes de poco valor.
-Ya mujer inteligente, toma y vete rápido. Tengo que tomar un bus, mi padre está mal. Por eso vendí la bata que me regaló un viejo marica.
Silvia Parra Baeza. |