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Mi hada madrina

Una tarde lluviosa y fría, inesperadamente, entró por la ventana de mi pequeña pieza, mi hada madrina.
Por la forma en la que ingresó en el cuarto, enredando su flauta en la cortina y chocando sus alas contra el ventanal, entendí que no me había llevado la mejor parte a la hora del reparto de las hadas madrinas.
Cuando terminó de acomodar el velador y el jarrón que había tirado con su torpe ingreso, se presentó.
- Hola, soy tu hada madrina.
Yo, que hasta ese momento estaba boca arriba tirado en la cama, me acomodé apoyando la espalda contra la pared consiguiendo de esa manera tener un mejor panorama de la situación.
Lo que me llamó la atención, debo reconocer, fue, que no se la veía como me la imaginaba, todo lo contrario, era gorda, con poco cabello, casi calva, un tanto vieja, con pelos en las piernas y las axilas, vestía una pollera arrugada y negra, que combinaba sin éxito alguno con una chomba manchada repleta de agujeros, calzaba unas ojotas de suela gastada.
La pobre entendió por mi sonrisa de media boca, un tanto ofensiva, que su impronta me había causado gracia.
Esa expresión mía la puso un tanto nerviosa, y trató de acelerar el trámite.
- Pídeme tres deseos, tres deseos que quieras se hagan realidad.
Yo no era una persona que creía ciegamente en las hadas madrinas como otros que sí creían y tenían pensado de ante mano sus deseos, así que tuve que pensar un momento.
Pensé y pensé pero no se me ocurría nada, hasta que por fin elegí mi primer deseo.
- Quiero que tengas “sexo con un mono”.
Como por arte de magia con un simple movimiento de su varita mágica, un mono apareció, el cual le dio bomba y bomba al hada.
Una vez este deseo cumplido, pedí el segundo.
- Quiero que te tomes una “dosis de paco”
Ni bien terminé de formular mi pedido, vi a mi hada fumarse un buena dosis de paco, luego de cinco minutos, cuando terminó el efecto de la pasta base de cocaína, el efecto que la había hecho hacer un salvaje y descontrolado baile del caño y gatear por mi cuarto ladrando como un perro, me miró ofreciéndome con su mirada mi último deseo.
Nuevamente puse en funcionamiento mis neuronas tratando de saber o de encontrar cuál sería mi tercer deseo, pero como no se me ocurrió nada, negocié con mi hada madrina que vuelva al otro día, tratando de lograr de esa manera, tiempo para seleccionar mejor mi última petición.
Al día siguiente, esperé y esperé pero la hija de puta no vino, no cumpliendo su trabajo como corresponde, mostrando una falta de responsabilidad y compromiso con su misión divina.
Dicen algunos que saben o dicen saber, que mi caso es único, que no hay registros en la historia, de que una hada madrina haya dejado inconcluso un trabajo. Qué mala suerte la mía, un solo caso de este tipo y justo a mí me viene a pasar. Lo único que me gustaría saber algún día, si es posible, el porqué de su actitud, nada más que eso, simplemente, el porqué.

Texto agregado el 24-01-2014, y leído por 182 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-01-2014 Mira, si por casualidad era una vieja gorda, casi calva, con pelos en las piernas y las axilas, cazcorva, escasa de dientes, bizca, coja, panzona y con una verruga en la punta de la nariz yo se dónde está. Entró a un motel con un camionero que como primer deseo le solicitó pasar con ella un mes. Así que… paciencia. ZEPOL
24-01-2014 Desperdiciaste una gran oportunidad. Más respeto a las adas madrinas! rentass
 
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