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29-11-01
Pelotillehue:

Esto es lo correcto pero ¿será suficiente? El destino es mi amigo y no pienso defraudarlo. No tengas pena, yo también se lo que es no poder hacerlo. Pero no estoy tan seguro de saber abandonar la idea de no tenerte. Punto. Final. La inspiración baja por un tobogán haciendo fricción. Calentando el latón, y llega a la boca grande de un payaso sonriente. Sonriendo.
Lo voy a hacer sonriendo y tú reirás como solo ríen los que están cerca de Dios
Había un cuadro y dentro una figura que se movía. La llevamos al sitio indicado, se abrió, fue notada y causo un efecto. Los músculos que mueven los labios se tensaron y tu me quisiste un poquito (mas). Fue entonces cuando llego la noticia. Yo estaba presente. Final. Y me apeno – y esto aunque fuera bueno para mi – y me solidarice contigo. Me puse en tu lugar. Trate de brillar para que sonrieras, di vueltas en el aire, me saque la piel y me la volví a poner. Hice que todos mis huesos se descoyuntaran, me volví una pelota para que jugaras conmigo. Pero tu, nada, eras la alegoría de la
Tristeza. Y eso me entristecía, así que me fui rebotando, cuidando de no caer muchas veces de cara contra el piso, pensando en “¿que te podría hacer feliz?”.
Unos niños llegaron y patearon fuerte mi espalda hemisférica. “!pásamela!” “!al aire, al aire!”. El que dominaba mejor la redonda se puso a hacer pataditas, mientras los demás ponían los arcos – dos hitos de piedra – y escogían la cancha. El que hacia pataditas conmigo anuncio: “!Ya, al aire!”y de un patadon , me impulso hacia arriba. Antes de caer al piso, me vi, y me sentí, en una pugna de canillas que no me dejaban caer al piso, hasta que un certero puntapié en el ojo me hizo volar y me dio tiempo para respirar. Con el otro ojo abierto vi como se me acercaban dos rapaces y peleaban por mi posesión “!Suéltala!”. Mientras me pasaban en diagonal a un delantero que se despuntaba, pensé, que seria de ti. Recuerdo cuando me dijiste que te sentías incomoda por las postales que te mandaba. Y por lo que decía debajo de ellas. Traje inmediatamente una hamaca, en la que te echaste, una jarra con jugo de naranja y dos eunucos que te daban aire con hojas de palma. Me puse a contarte chistes y declame siete monólogos de Hamlet en ruso. Ver tu sonrisa siempre me ha hecho feliz. Pero ahora era diferente. “!Gol!”. El patadon me hizo recordar que ahora era una pelota. Salí volando y menos mal que pasó un carro que me hizo rebotar en su parabrisas. Los chicos quedaron atrás requintando al que hizo el gol. Y yo rebote en una pared, luego en el piso y luego rompí una ventana. El dueño de la casa me llevo hacia adentro. Yo solo pensaba en ti. “¿estarías bien después de lo ultimo que te habías enterado?” Me sentía tan inútil, tirado a un lado del jardín sin poder hacer nada. Hasta que reventó una emoción en el centro de mi núcleo esférico. Oí tu voz a lo lejos. Sentí tus pasos. La voz de otra persona te respondía, era Sandra. Tú sollozabas. “!Xenia”!” grite. “Xenia” oíste y le dijiste a Sandra “¿Quién es?”. Sandra dijo extrañada “¿Quiénes que?”Y tu “El que ha dicho mi nombre”. Te asomaste a la ventana. Yo ya no soportaba mas esta forma esférica. Supongo que me viste. Oí los escalones ser rápidamente bajados. Te vi en la puerta del jardín. La tristeza no es algo que se vaya de un día para otro pero de que se va se va, creeme. Pasan tornados, temblores, accidentes de transito, la gente cambia, se muda, se muere. Pero la vida continúa. Uno se recupera. Mas aun si tienes un amigo al lado con quien pasarla. La hierba me dijo: “cuando lo haga, y salgas recuerda esta dirección…” me dio una dirección y un nombre “…dile que si no viene, me muero”. Ya habían partes amarillas en el grass. Ese hombre enamorado, convertido en pasto, estaría sufriendo a mares. Y su chica no sabría donde encontrarlo. Claro que lo haría. Tus pisadas no lo molestaban, el sabia que esto debía suceder. Me miraste y me dijiste “¿Qué haces acá?” Y yo “solo quería alegrarte”. Me levantaste del suelo. “Chau” me dijo el pasto. “¿Porque no regresas a tu forma natural?”. “Porque estoy hechizado. ¿Recuerdas a la princesa y el sapo?”. “¿Te tengo que besar?”me preguntaste. “Si”.

Juan Piaggio
Lima, Perú

Texto agregado el 22-08-2004, y leído por 107 visitantes. (0 votos)


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